Para fines de descripción en el foro me permito hacer la descripción de manera narrativa y práctica:
Al analizar este caso de reestructuración organizacional, resulta natural comenzar por el diagnóstico inicial, porque es ahí donde realmente podemos entender qué está pasando dentro de la empresa. En esta etapa es fundamental enfocar en escuchar, observar y “sentir” cómo funcionan las cosas en el día a día. Se exploran procesos poco claros, actividades duplicadas y una comunicación fragmentada entre áreas. Para mí, este primer acercamiento es como tomar una fotografía honesta del estado actual, sin filtros y sin juicio, simplemente para comprender el contexto real en el que habrá que intervenir.
Una vez que tenemos esta imagen, pasamos al marco de análisis, que es la parte donde organizaremos la información y empezaremos a conectar los puntos. Para esto usaremos un enfoque sistémico para ver cómo todo está relacionado, además de apoyarnos en modelos como las 7S de McKinsey y en el análisis de procesos, porque nos ayudarán a ver más allá de lo evidente. Este marco es como poner un mapa sobre la mesa que permite interpretar por qué se generan las ineficiencias y cómo se alimentan entre sí.
El siguiente paso será la construcción de la propuesta metodológica, que en mi caso siempre surge desde un enfoque integral que combina lo estructural, lo operativo y lo humano. Comenzar con un proceso de escucha activa para entender la dinámica real de trabajo y, con esa base, elaborar un diagnóstico profundo que integra roles, prácticas, estilos de liderazgo y flujos operativos. Después paso al rediseño, donde propongo ajustes en estructura, claridad en funciones y optimización de procesos. Finalmente, acompaño la implementación de manera gradual, considerando la cultura, la resistencia natural al cambio y la necesidad de que las personas se sientan parte del proceso.
Finalmente, ningún proyecto está completo sin una evaluación de impacto, porque es lo que nos permite validar si las acciones están generando el efecto deseado. En esta parte es importante la revisión de las variables como productividad, tiempos operativos, claridad de roles, comunicación entre áreas y el nivel de compromiso del personal. Más que medir por medir, lo fundamental es buscar y comprobar que los cambios se están viviendo de forma real y que la organización está avanzando hacia un funcionamiento más alineado y eficiente.
En resumen, esta experiencia reafirma mi convicción de que una reestructuración organizacional efectiva no solo se trata de modificar organigramas, sino de acompañar a las personas y a los procesos para que todo cobre sentido nuevamente. Y cuando se integra un buen diagnóstico, un marco sólido de análisis, una metodología clara y una evaluación honesta del impacto, es posible generar transformaciones profundas y sostenibles.