Diagnóstico Inicial: Los síntomas —falla en la eficiencia operativa, duplicación de funciones, baja productividad, desconexión entre áreas— apuntaban a un problema estructural y de gestión, no solo a un "mal desempeño" individual.
Hipótesis Iniciales:
Como sintetizan Cummings y Worley “La hipótesis inicial sería que el problema no es solo ‘de personas’, sino de diseño organizacional y gobierno de procesos.” Así que partiría con lo siguiente:
Desmantelamiento de la estructura organizacional: organigrama no claro; posiciones "hechas al vuelo"; superposiciones en funciones.
Operaciones no estandarizadas: cada parte tiene su propio modo, lo que lleva a retrabajos y cuellos de botella.
Gobernanza débil entre áreas: sin espacios de coordinación, no hay reglas claras y mecanismos de monitoreo compartidos.
Gestión del desempeño difusa: indicadores mal definidos o alineados, lo que impide la productividad y la rendición de cuentas.
Este diagnóstico inicial se confirmará utilizando datos cuantitativos (KPIs operativos, tiempos de ciclo, carga de trabajo) junto con datos cualitativos (entrevistas, grupos focales y observación de procesos clave).
Marco de Análisis: Adoptaría un enfoque sistémico y estratégico, apoyado en lo siguiente:
Análisis de procesos – mapeo de extremo a extremo de procesos importantes, para identificar áreas donde hay retrabajo o tareas sin valor.
Revisión estructural (organigrama, descripciones de puestos, matriz RACI) para verificar la jerarquía, el ámbito de control y la claridad de roles.
FODA organizacional concentrado en capacidades internas y articulación entre áreas.
Análisis de clima organizacional con encuestas cortas y entrevistas, focalizándolo en fricciones, conflictos y rupturas de comunicación.
Y como consultora actuando como una facilitadora y haciendo uso de mis habilidades analíticas, pensamiento crítico, comunicación y por supuesto manejo de conflicto.
Propuesta Metodológica: Propongo un procedimiento de cuatro fases:
Fase 1. Diagnóstico en Profundidad y Alineación Inicial. Comenzar con la alta dirección para acordar el alcance, los objetivos y los criterios de éxito; Esto responde a la lógica de que el desarrollo organizacional debe ser impulsado desde la alta dirección; en palabras de Beckhard, “El desarrollo organizacional es un esfuerzo planificado, gestionado desde la alta dirección y aplicado a toda la organización, para mejorar su eficacia y salud mediante intervenciones en sus procesos.” (Beckhard, 1969). Recolección de información: KPIs, organigramas, manuales de puestos, mapeo de procesos, entrevistas a ejecutivos de la empresa y mandos medios. Síntesis de hallazgos en un "mapa de dolor" (donde se concentran duplicaciones, ineficiencias y desconexión). Validación de hallazgos en un taller con líderes de área.
Fase 2. Diseño de Nueva Estructura y Procesos. Definir principios de diseño (orientación al cliente, claridad de roles, evitar duplicaciones, agilidad en decisiones). Proponer nuevo organigrama (niveles, reportes, unidades) y ajustar descripciones de puestos. Rediseñar procesos críticos, incorporando puntos de contacto entre áreas y acuerdos de servicio. Crear una matriz RACI por proceso para aclarar quién decide, quién ejecuta, quién apoya y quién necesita ser informado.
Fase 3. Gestión del Cambio e Implementación Gradual. Plan de comunicación: mensajes clave, portavoces, momentos críticos (antes, durante y después del cambio). Talleres de diseño con mandos medios para ajustar detalles y reducir resistencia. Implementación piloto en uno o dos procesos clave; ajustes antes de escalar al resto de la organización. Apoyar el liderazgo en la gestión de conflictos y negociación de nuevas reglas del juego.
Fase 4. Consolidación y Monitoreo. Integrar la reestructuración en la gestión de proyectos — su cronograma, responsabilidades, y riesgos. Establecer un comité de monitoreo con reuniones periódicas para revisar indicadores y tomar decisiones de ajuste.
Evaluación de Impacto. Antes de implementar estos cambios, sugeriría establecer una línea base de 6 a 12 meses y objetivos en al menos cuatro dimensiones:
1.- Eficiencia Operativa:
· Tiempo de procesos clave.
· Porcentaje de retrabajo y errores.
2.- Duplicación de Funciones:
· Número de actividades repetitivas detectadas vs. resueltas.
· Claridad de roles reportada en encuestas internas.
3.- Productividad:
· Producción por empleado en áreas críticas.
· Logro de objetivos operativos por área.
4.- Articulación entre Áreas:
· Cumplimiento de niveles de servicio internos.
· Resultados de encuestas de satisfacción interna (colaboración entre áreas).
Esta evaluación requiere tanto indicadores cuantitativos como evidencia cualitativa. Todo esto proporcionará un marco para moldear la estructura, y lograr una reestructuración realmente aporte valor a la empresa.
Referencias Bibliográficas:
Beckhard, R. (1969). Organization development: Strategies and models. Addison-Wesley.
Cummings, T. G., & Worley, C. G. (2014). Organization development and change (10th ed.). Cengage Learning.