En esta situación, el comportamiento del colaborador rompe LA CONFIANZA, algo clave en cualquier equipo de trabajo.
Desde Kant, lo que hace es incorrecto porque:
Si todos ocultaran información y decidieran solos, el trabajo en equipo sería imposible.
Además, Kant dice que las personas deben ser tratadas como fines y no sólo como medios; aquí el colaborador usa a los demás para lograr lo que él quiere, sin reconocer su derecho a participar en las decisiones que les afectan.
Con Nietzsche, también vemos un problema: el colaborador busca controlar la situación “por debajo del agua”. Nietzsche habla de la voluntad de poder y de asumir la propia vida con autenticidad y valentía. El colaborador, en cambio, busca controlar la situación “por debajo del agua”, sin dar la cara ni dialogar. No actúa como una fuerza creativa que impulsa al equipo a ser mejor, sino como una forma débil de poder que termina debilitando al grupo.
Y desde las teorías del bienestar y el autocuidado, este comportamiento muestra falta de autoconocimiento y manejo emocional: quizá, puede que haya un poco de miedo, inseguridad o necesidad de control. Eso ayuda a entender por qué (probablemente) actuó así, sin embargo, no lo justifica. El verdadero autocuidado implicaría pedir apoyo, expresar dudas y construir transparencia con el equipo, no esconder información.