Al revisar el caso de LogixMarket, el principal riesgo que observo cuando una empresa no evalúa ni ajusta su estrategia en tiempo real es caer en la famosa “miopía de desempeño”: se celebra el crecimiento de tráfico o de ventas brutas, mientras se deterioran silenciosamente indicadores críticos como conversión, recompra, rentabilidad por categoría y satisfacción del cliente. En entornos digitales, esta ceguera operativa suele resultar en un problema estructural: el modelo sigue consumiendo recursos, pero deja de crear valor económico y relacional.
Un segundo riesgo es la desalineación entre estrategia y operación. Sin KPIs que traduzcan la estrategia en métricas concretas, las áreas toman decisiones basadas en intuiciones locales, por ejemplo: marketing optimiza clics, logística optimiza costos, comercial persigue volumen, pero nadie gestiona la rentabilidad integrada del cliente. Esto no solo incrementa costos y fricción interna, sino que ralentiza la capacidad de respuesta ante cambios en el comportamiento del mercado.
En este contexto, un sistema de monitoreo de KPIs (estructurado como se vio en clase, bajo el enfoque de Balanced Scorecard) funciona como un tablero de control estratégico en tiempo casi real. Al definir indicadores por cada una de las perspectivas relevantes (financiera, clientes, procesos internos, aprendizaje e innovación), la organización puede detectar desviaciones tempranas como: caída en la conversión a pesar del aumento de tráfico, erosión del margen por descuentos agresivos, o pérdida de clientes recurrentes por fallas logísticas. Esta visibilidad permite tomar decisiones oportunas: redefinir segmentos, ajustar la propuesta de valor, rediseñar procesos o incorporar tecnologías como sistemas de recomendación con IA, tal como hizo LogixMarket.
Desde mi experiencia, he visto que sin un sistema robusto de KPIs del embudo (CAC, tasa de agendados, show rate, cierre, LTV, churn), cualquier estrategia termina siendo un conjunto de buenas intenciones. El monitoreo disciplinado de indicadores no es solo una práctica de control; es el mecanismo que convierte los datos en aprendizaje, y el aprendizaje en ventaja competitiva sostenible.