Jesús, tu reflexión es profunda y muy coherente con la visión de esta maestría. Reconoces que el conocimiento no solo tiene un valor instrumental —para construir una empresa o mejorar el desempeño—, sino también un valor esencial: comprenderte, crecer y acompañar a otros en su propio proceso de sentido y trascendencia.
Tu planteamiento refleja una madurez ética importante, especialmente al integrar la idea de Sartre y Camus sobre la responsabilidad personal. Entiendes que el rol del consultor no es “formar” o “dirigir” a otros, sino crear las condiciones para que cada persona descubra por sí misma su camino, sus valores y su sentido. Ese enfoque no solo enriquece la propuesta de tu empresa, sino que también la convierte en un espacio de auténtico crecimiento humano.
La manera en que articulas el desarrollo del talento con la búsqueda del sentido de vida muestra una visión integral del ser humano: alguien que no solo busca eficacia o éxito externo, sino coherencia interna, propósito y bienestar.